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CAPÍTULO 32

 

Israel viola el pacto adorando un becerro de oro (1445 A.C.)

 

1 Pero viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron a Aarón y le dijeron: “Levántate y haznos un Dios 1 que nos guíe; porque a Moisés que nos sacó de Egipto, no sabemos qué le pasó.”

2 Y Aarón les dijo: “Aparten los aretes que están en las orejas de vuestras esposas y de vuestros hijos e hijas, y tráiganlos.”

3 Así que el pueblo apartó los aretes de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón.

4 Él los tomó de sus manos, les dio forma con un buril, e hizo un becerro de fundición. Entonces dijeron: “Israel, éste es tu Dios, que te sacó de Egipto.” a

5 Al ver esto, Aarón edificó un altar delante del becerro, y pregonó: “Mañana será fiesta Al Que Vive.”

6 Al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocausto y ofrendas de paz. Y el pueblo se sentó a comer y a beber. Y Luego se levantaron a divertirse.

7 Entonces El Que Vive dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido.

8 No tardaron nada en apartarse del camino que les mandé, b y se han hecho un becerro de fundición. Lo han adorado, le han sacrificado, y han dicho: Israel, éste es tu Dios que te sacó de Egipto.

9 Y dijo además El Que Vive a Moisés: He visto que este pueblo es de dura cerviz.

10 Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos y los consuma. Y haré de ti una gran nación.

11 Pero Moisés oró Al Que Vive su Dios, diciendo: “Oh  Que Vives, ¿por qué se encenderá tu ira en tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y con mano fuerte?

12 ¿Por qué han de decir los egipcios: Para mal los sacó, para matarlos en los montes y los raeré de la tierra? Deja tu ira y desiste del mal contra tu pueblo.

13 Acuérdate de Abrahán, de Isaac y de Jacob, a quienes juraste por ti mismo diciendo: Multiplicaré vuestros descendientes como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra para siempre.”

14 Y El Que Vive desistió del mal que dijo que haría a su pueblo.

 

Moisés en su ira quiebra las tablas de la ley

 

15 Volvió Moisés y descendió del monte trayendo en su mano las dos tablas del Testimonio, las tablas escritas de ambos lados, de una y otra cara.

16 Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.

17 Al oír el clamor del pueblo que gritaba, Josué dijo a Moisé: “Alarido de lucha hay en el campamento.”

18 Y Moisés respondió: “No es grito de fuerte ni clamor de débiles. Algazara de canto oigo yo.”

19 Cuando Moisés llegó al campamento, y vio el becerro y los bailes, se enardeció de ira. Y arrojó las tablas de sus manos, quebrándolas al pie del monte.

20 Entonces agarró el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego. Después lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre el agua, y lo dio a beber a los israelitas.

21 Y Moisés dijo a Aarón: “¿Qué ta ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan grande pecado?”

22 Y Aarón respondió: “No se enoje mi señor. Tú conoces al pueblo, que es inclinado al mal. d

23 Me dijeron: Haznos un Dios que nos guíen, porque a Moisés que nos sacó de Egipto, no sabemos qué le ha pasado.

24 Y yo pregunté: ¿Quién tiene oro? Apártenlo. Y me lo dieron. Lo eché en el fuego, y salió este becerro.”

25 Al ver Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos,

26 Se puso Moisés a la entrada del campamento y preguntó: “¿Quién está de parte de El Que Vive? Júntese conmigo.” Y se juntaron con él todos los hijos de Leví.

27 Y él les dijo: “Así ha dicho El Que Vive, Dios de Israel: Cíñase cada uno su espada. Pasad y repasad de puerta en puerta por el campamento, y cada uno mate a su hermano, a su amigo y a su pariente que persiste en hacer mal.”

28 Y los levitas hicieron conforme al dicho de Moisés. Y en aquel día cayeron del pueblo como tres mil hombres.

29 Entonces Moisés les dijo: “Hoy ustedes se han consagrado Al Que Vive, porque cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que El Señor os devuelva hoy su bendición.”

30 Aquel día Moisés dijo al pueblo: “Vosotros habéis cometido un gran pecado. Pero subiré ahora ante El Que Vive. Quizás consiga que perdone vuestro pecado.”

 

Moisés intercede por el pueblo

 

31 Entonces Moisés volvió ante El Que Vive y le dijo: “Este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron un Dios de oro.

32 Te ruego que perdones su pecado. Y si no, ráeme de tu libro que has escrito.” g

33 Y El Que Vive respondió a Moisés:  Al que pecare h contra mí, a ése raeré de mi libro. i

34 Por ahora, ve, lleva este pueblo a donde te he dicho. Mi Ángel aún irá delante de ti. Mas el día de mi visitación, los castigaré por su pecado.

35 Y El Que Vive hirió al pueblo con una gran plaga, por lo que habían hecho adorando al becerro que formó Aarón.

 

CAPÍTULO 33

 

Dios anuncia que no acompañará a Israel

 

1 Y El Que Vive dijo a Moisés: Ve, sube de este lugar, tú y el pueblo que sacaste de Egipto, a la tierra que juré a Abrahán, Isaac y Jacob, cuando les dije: A tus descendiente la daré.

2 Yo enviaré delante de ti Mi Ángel, y echaré al cananeo, al amorreo, al hitita, al ferezeo, al heveo y al jebuseo,

3 de la tierra que fluye leche y miel. Mas yo no subiré contigo, porque eres un pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.

4 Al oír esta mala noticia, el pueblo se vistió de luto, y ninguno se puso sus galas ni sus adornos.

5 Porque El Que Vive había dicho a Moisés: Di a los hijos de Israel: Vosotros sois un pueblo de dura cerviz. Si yo fuere con vosotros, en un momento podría consumiros. Quitad, pues, vuestros adornos en tanto que yo veo que he de hacer con vosotros.

6 Desde ese momento, allí en el monte de Horeb, los israelitas se despojaron de sus galas y sus adornos.

7 Moisés tomó la Tienda 2 y la levantó fuera del campamento, lejos, y la llamó Tienda de la Reunión. Y el que buscaba Al Que Vive salía a la Tienda de la Reunión, que estaba fuera del campamento.

8 Y cuando Moisés salía hacia la Tienda, todo el pueblo se levantaba, y cada uno quedaba de pie a la entrada de su tienda, y miraba en pos de Moisés, hasta que él entraba a la Tienda.

9 Y cuando Moisés entraba a la Tienda, la columna de nube descendía y se ponía a la entrada de la Tienda, y El Que Vive hablaba con Moisés.

10 Cuando el pueblo veía la columna de nube a la entrada de la Tienda, cada uno iba a la puerta de su propia tienda, y se postraba.

11 Y El Que Vive hablaba con Moisés cara a cara, como habla cualquiera con su compañero. Cuando terminaba de hablar con El Señor, Moisés volvía al campamento. Pero su ayudante, el joven Josué, hijo de Nun, nunca se apartaba de la Tienda.

 

Moisés ruega a Dios que los acompañe, y Dios promete hacerlo

 

12 Dijo, pues, Moisés Al Que Vive: “Mira, tú me dices que saque a este pueblo, y no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo dices: Te he conocido por tu nombre y has hallado gracia ante mis ojos.

13 Ahora, pues, si he hallado gracia ante tus ojos, te ruego que me muestres tu camino, para que te conozca, y halle gracia ante tus ojos. Recuerda que esta gente es tu pueblo.”

14 El Que Vive respondió: Mi presencia irá contigo, y te haré descansar.

15 Pero Moisés continuó: “Si tu presencia no ha de ir con nosotros, no nos saques de aquí.

16 Pues, ¿en qué se conocerá que tu pueblo y yo hemos hallado gracia ante tus ojos, sino en que tú andes con nosotros, y que tu pueblo y yo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de toda la tierra?”

17 Y El Que Vive dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia delante de mis ojos y te he conocido por tu nombre.

 

Moisés pide ver la gloria de Dios

 

18 Entonces Moisés dijo: “Te ruego que me muestres tu gloria.”

19 Y él le respondió: Yo haré pasar toda mi gloria delante de tu rostro, y proclamaré el Nombre de El Que Vive delante de ti; y tendré misericordia de quien yo quiera tener misericordia, y seré clemente con quien yo quiera ser clemente.

20 Pero le dijo: No podrás ver mi rostro, porque ningún hombre me verá y quedará vivo.

21 Mas añadió: He aquí habrá un lugar junto a mí. Tú estarás sobre la peña.

22 Y cuando pase mi gloria te pondré en la hendidura de la peña y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.

23 Después apartaré mi mano, y verás mi espalda, pero no mi rostro.

 

CAPÍTULO 34

 

Moisés prepara nuevas tablas para los Diez Mandamiento y renovar el Pacto

 

1 El Que Vive dijo a Moisés: Alisa dos tablas de piedras similares a las primeras, y escribiré sobre ellas las palabras que estaban en las primeras tablas que quebraste.

2 Prepárate para mañana, y sube en la madrugada al monte Sinaí, y preséntate ante mí en la cumbre del monte.

3 Ninguno suba contigo, ni aparezca ninguno en todo el monte, ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte.

4 Y Moisés alisó dos tablas de piedra parecidas a las primeras. Se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó El Que Vive, y llevó en sus manos las dos tablas de piedras.

 

Dios muestra a Moisés su gloria 3 

y renueva el Pacto

 

5 Entonces El Que Vive descendió en la nube y estuvo allí con él, y proclamó su Nombre.

6 Y El Que Vive pasó ante Moisés y proclamó: ¡El Que Vive! ¡El Que Vive! fuerte, misericordioso y piadoso, tardo para la ira, grande en amor y verdad.

7 Que mantiene su misericordia a millares, y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, c pero no deja sin castigo al malvado; sino que visita la maldad de los padre en los hijos y los nietos, hasta la tercera y cuarta generación. 4

8 Entonces Moisés, inmediatamente, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.

9 Y dijo: “Señor, si he hallado gracia ante tus ojos, ven con nosotros, Aunque este pueblo es de dura cerviz, perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad.”

10 Entonces El Que Vive respondió: He aquí, yo hago un pacto. Ante todo el pueblo haré maravillas nunca hechas en toda la Tierra, en ninguna nación. Y todo el pueblo que te rodea verá cosas tremendas que yo, El Que Vivo, haré por medio de ti.

11 Guarda bien lo que te mando hoy. Yo echaré de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al hitita, al ferezeo, al heveo y al jebuseo.

12 Guárdate de hacer alianza con los habitantes de la tierra donde has de entrar, para que no sean un tropiezo en medio de ti.

13 Sino que derribaréis sus altares, quebraréis sus estatuas y talaréis sus bosques de culto.

14 No te inclinarás a ningún otro dios; porque El Que Vive, cuyo nombre es Celoso, un Dios celoso es.

15 Por eso no hagas alianza con los habitantes de esa tierra, porque fornicarán en pos de sus dioses, y a sus dioses sacrificarán; y te invitarán y participarás de sus sacrificios.

16 Y si tomas de sus hijas para tus hijos, ellas fornicarán en pos de sus dioses, y también hará fornicar a tus hijos en pos de los dioses de ellas.

17 No te harás dioses de fundición.

 

Dios recuerda las tres fiestas anuales, la ley de los primogénitos y el sábado

 

18 Conforme a lo que te mandé, e guardarás la fiesta del Pan Sin Levadura (la Pascua). Siete días comerás pan sin leudar en el mes de Abid, porque en el mes de Abid saliste de Egipto.

19 Todo primogénito es mío. f Y todo primerizo macho de tus vacas y tu ovejas es mío.

20 Pero redimirás con un cordero el primerizo del asno, y si no lo redimes quebrarás su cerviz. Redimirás todo primogénito de tus hijos. Y ninguno se presentará ante mí con las manos vacías.

21 Seis días trabajarás, pero en el séptimo día descansarás. Descansarás así sea tiempo de la arada o tiempo de la siega.

22 También celebrarás la fiesta de las semanas, que es la fiesta de las primicias de la siega del trigo (el Pentecostés), y la fiesta de la cosecha (fiesta de las cabañas) al fin del año. j

23 Tres veces al año se presentará todo varón tuyo delante del Señor El Que ViveDios de Israel.

24 Porque yo arrojaré a las naciones delante de ti y ensancharé tu territorio. Y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas a presentarte ante El Que Vive tu Dios, tres veces al año.

25 No ofrecerás nada leudado con la sangre de mi sacrificio, 5 ni se dejará de la noche para la mañana del sacrificio de la fiesta de la Pascua. k

26 La primicia de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de El Que Vive tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre. l

27 Y El Que Vive dijo a Moisés: Pon estas palabras por escrito, porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel.

28 Y estuvo Moisés con El Que Vive cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y El Señor escribió en las tablas las palabras del pacto, los Diez Mandamientos.

 

El rostro de Moisés resplandece

 

29 Cuando Moisés descendió del monte Sinaí con las dos tablas del Testimonio en su mano, su rostro resplandecía, por haber estado hablando con Dios.

30 Aarón y todos lo hijos de Israel, al mirar a Moisés, vieron que su rostro resplandecía, y tuvieron miedo de llegarse a él.

31 Entonces Moisés los llamó. Y Aarón y los príncipes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló.

32 Después se acercaron los israelitas, y les mandó todo lo que El Que Vive le había dicho en el monte Sinaí.

33 Cuando Moisés acabó de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro.

34 Y cuando Moisés iba ante El Que Vive para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía. Y al salir comunicaba a los israelitas lo que le había sido mandado.

35 Y cuando los israelitas miraban el rostro de Moisés, lo veían resplandeciente. Entonces Moisés volvía a ponerse el velo hasta que entraba a hablar con Dios.

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a... Salmo 106: 19-22
c........ Miqueas 7: 18
Apocalipsis 20: 15
Lucas 10: 20
g....... Salmo 69: 28
h..... Ezequiel 18: 4
Santiago 4: 17
1 Juan 3: 4
i... Apocalipsis 21: 27

La mayoría de las versiones dices dioses porque la palabra hebrea  que aparece aquí es eloím que es plural. Sin embargo la palabra plural eloím es la que se traduzca en todo el Antiguo Testamento como Dios, pero como se trataba un becerro de oro, los traductores concluyeron que no se estaba hablando del Dios verdadero sino de dioses falsos. Pero la realidad es que no fueron muchos becerros sino uno solo, y ese becerro se suponía que fuera una representación del Dios verdadero. Por eso aquí usamos Dios en lugar de dioses. Este acontecimiento demuestra que, aunque se trate de una representación del Dios verdadero, adorar una imagen de Cristo es también una violación del segundo mandamiento tal y como si fuera una imagen de Zeus o Apolo.

 

2 Esta tienda que aquí se menciona no es el Santuario, sino una tienda provisional usada antes de la construcción del Santuario.

3 La gloria de Dios es más bien su carácter y no solo la luz que emana de él. Más que su resplandor, su gloria consiste en su amor y bondad.

 

4 Al igual que los Diez Mandamientos, las leyes físicas que rigen el universo fueron establecidas por Dios. Incluyendo las leyes de la genética y la herencia. No es que Dios se desquite la culpa de los padres con los hijos de estos, pero no alterará arbitrariamente sus leyes para librar a nuestros hijos de las consecuencias de nuestra irresponsabilidad. También somos nosotros los responsables del medio ambiente en donde criamos a nuestros hijos, y somo el ejemplo primero que imitarán. Hablando específicamente del segundo mandamiento, padres materialistas, adoradores de la cultura popular y los ídolos de radio, cine y televisión, difícilmente tendrán hijos que no sigan en sus mismos pasos. Y cuando una generación se pervierte, lo más común es que la siguiente se pervierta aun más

 

5 La levadura es un símbolo de pecado, por eso se prohibía ofrecer cosas leudadas junto con la sangre del sacrificio, que representa la sangre de Cristo, quien nunca pecó

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